jueves, 11 de noviembre de 2010

HOMENAJE A MARÍA GRACIA DONOSO ( I )


Este tema lo publiqué aquí en mi blog el 11 de Noviembre del 2010, pero lo actualizó, porque habiendo contactado por Facebook con Gracia Monje, hija de María de Gracia Donoso, quiero darle a la misma la ocasión de leer esta bonita composición de su madre.


Mi querida amiga María de Gracia, amante de la composición musical y de la literatura, falleció en Chipiona (Cadiz), el 13 de Julio del 2010, y en su honor rescato una de sus poesías, concretamente la dedicada a la torre de la Parroquia de la Purificación de Almendralejo, ciudad donde ambas nacimos.
Este trabajo está fechado en el propio Almendralejo en Julio de 1971.

LA TORRE DE ALMENDRALEJO

Erguida, altiva, esbelta torre
que das la bienvenida al viajero
que tras recorrer largo camino
regresa, ilusionado, a Almendralejo.

Desde antes de llegar se te divisa
-enhiesta y orgullosa- desde lejos,
como dueña y señora del paisaje,
rodeada de olivares y viñedos.

Tierras llanas de dorados trigales
alternando con pardos barbechos,
y un puñado de edificios blancos
que se apiñan alrededor de tu cuerpo.

Por encima de ellos te elevas
recortando tu silueta en un cielo
pocas veces cubierto de nubes,
casi siempre de un azul intenso,
que penetra a través de los ojos
de ilusiones y de afanes nuevos.

Tú, que has sido testigo impasible
de alegrías y de sufrimientos;
que has sentido en tu carne la herida
-en tu carne de piedra y cemento-
cuando el odio feroz de los hombres
desatose un verano en el pueblo.

Tú, que sabes aguantar impertérrita
los rigores del frío del invierno,
de la lluvia, la escarcha. la nieve,
la tormenta el granizo y el hielo.

Tú conoces muy bien sus sudores
y su lucha con los elementos.
Tú le has visto doblarse en el surco
preparando con mimo el barbecho

que mañana será sementera
y después, con el cambio del tiempo,
mar de oro de rubias espigas
que se ondula al paso del viento.

Tú conoces muy bien sus afanes,
tú le has visto sufrir en silencio
por la falta o exceso de lluvia
y conoces su eterno desvelo,

por la tierra que quiere y trabaja,
y has oído sus cantos rompiendo
la siesta de un día de verano
preparando a las mulas el pienso.

Y le has visto volver por la tarde,
mosto y sudor empapando su cuerpo,
con su carro repleto de uva,
recompensa a un año de esfuerzo.

Eres, torre, faro vigilante
cuatro ojos a los cuatro vientos
de este mar sin rocas ni oleaje
de verdes olivos y recios sarmientos.


Maria de Gracia Donoso Morán
Julio 1971






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