martes, 4 de enero de 2011

JUICIO A "DON JUAN TENORIO"






Este trabajo lo presenté el 7 de Marzo de 1993, en un Curso de Literatura de la Escuela de Adultos de Hermandades del Trabajo de Madrid, donde nos encargaron a los alumnos enjuiciar la figura de DON JUAN TENORIO, y una vez leída la obra de Zorrilla.


Yo, ASUNCIÓN DIAZ DIAZ, simpatizando con la causa de DON JUAN TENORIO, asumo gustosa su defensa en este juicio de ficción que vamos a realizar, esperando que mis argumentos sirvan, no ya para variar la imagen de TENORIO, que es símbolo de hombre romántico y aventurero que no pocos quieren imitar, pues no es ofensa y si halago cuando a alguien se le califica de "donjuán", ya que se le presupone una serie de atributos favorables para poder ejercer como tal, por lo tanto, solo pretendo justificar algunas de sus acciones más criticadas, y desenmascarar al resto de los personajes de Zorrilla, que a costa de la reputación de TENORIO han pasado a la posteridad en calidad de héroes, cuando su trayectoria fue mucho más inmoral y dañina.

Retrocedamos en el tiempo para situarnos en 1545 que es cuando se desarrolla la historia, para así comprender ciertas actitudes. España estaba inmersa en multitud de guerras, pues el reinado de CARLOS I fue una lucha continua empeñado en conseguir la implantación de su hegemonía en Europa, más la euforia por el descubrimiento de nuevos territorios ultramarinos, lo que influía en el comportamiento desafiante y orgulloso de los caballeros de la época, y DON JUAN no podía ser una excepción, máxime cuando él se relacionaba con el propio EMPERADOR, como lo demuestra al decir: "....quiso el mismo Emperador dispensarme sus favores ...".

Por otro lado la cuestión religiosa lo impregnaba todo, pues CARLOS I era defensor a ultranza de la fe católica, y el fanatismo y la superstición eran habituales, lo que hago constar en favor de mi defendido para que no se le impute como falta de respeto su invitación al COMENDADOR, ya que el culto a los muertos y la aparición de las ánimas benditas del Purgatorio formaban parte de la creencia popular, si bien DON JUAN, más ilustrado que la mayoría, dudando de esta posibilidad le dice a la estatua de DON GONZALO: "... pues podré saber de ti si hay mas mundo que el de aquí, y otra vida, en que jamás a decir verdad creí".

Situados en la época conozcamos ahora el perfil humano de mi defendido. Se deduce que era de importancia social, aunque solo fuera por ser hijo de quién era, ya que DON DIEGO TENORIO dice hablando consigo mismo "...!que un hombre de mi linaje". Por otro lado CIUTTI, su criado, dice que "varea la plata", o sea que era rico, y DON JUAN dice refiriéndose a su propia persona, "siempre vive con grandeza quién hecho a grandeza está".

La posición económica es para él un eximente, pues si en la actualidad en que las diferencias sociales no son tan acusadas, es grande el culto al dinero y al que lo tiene se le perdona casi todo, y lo consigue también casi todo, pensemos que sería en aquellos años, donde el propio DON JUAN dice "con oro nada hay que falle", lo que quiere decir, que al no encontrar oposición para realizar sus deseos, siendo su carácter inmaduro, caprichoso e infantil, es lo que le lleva en realidad a situaciones conflictivas, que como me corresponde trataré de defender, pues no hay perversidad en ellas.

Siguiendo con la descripción de su personalidad, hay que decir que era mucha su nobleza, pues CIUTTI le atribuye ser "franco como un estudiante y noble como un infante", y a mayor abundamiento sigue, "para el tiempo en que se vive un hombre extraordinario", y hasta su enemigo por excelencia DON LUIS dice "..mucho en vos debo fiar", de cuyas manifestaciones se deduce que DON JUAN, muy al contrario de lo que se proclama contra él, era una buena persona a lo que hay que sumar su valentía, pues su más próximo CIUTTI decía que era "bravo como un pirata" y "no he visto un hombre de corazón más audaz; ni halla riesgo que le espante ni encuentra dificultad que al empeñarse en vencer le haga un punto vacilar". También DON LUIS le reconoce tal cualidad diciendo "que el valor es proverbial en la raza de Tenorio", y DON JUAN sobre su propio arrojo comenta, "en mi valor no ha echado el miedo semilla".

Es de comprender por tanto que si este era su talante, no podía achicarse ante ante las bravuconadas de MEJÍA, y tengo que alegar en favor de mi defendido, que no hizo más que corresponder a las continuas provocaciones de DON LUIS al aceptar sus apuestas, y consciente como era DON JUAN de su buena estrella, tales provocaciones no le intimidaban, pues ya lo dijo CIUTTI "Señor, !Por vida que es vuestra suerte buena y mucha¡", y en otra ocasión aseveró "a su lado la fortuna siempre va, y encadenado a sus pies duerme sumiso el azar", y su amigo CENTELLA acorde manifestaba, "porque no hay como Tenorio otro hombre sobre la tierra, y es proverbial su fortuna y extremadas sus empresas".

Una vez dibujada la manera de ser de DON JUAN, paso a tratar de la PRIMERA APUESTA.

Cierto es que TENORIO tenía aventuras, pero estas le venían un poco dadas por la divulgación fantasiosa que los demás hacían de cualquiera de sus movimientos, solo que se sentía cómodo con esta aureola de éxitos y no ponía freno a los bulos que sobre él circulaban, aceptándolos complacido y como algo natural, pero sin la obsesión de contabilizar ni las conquistas ni los lances. En la dinámica de la apuesta entró impulsado por DON LUIS que era un jugador nato, como lo demuestra al decirle a DON JUAN "...apostar quién de ambos sabría obrar peor, con mejor fortuna".

DON JUAN y DON LUIS, quedan retratados con solo examinar que escenario elige cada uno para el desarrollo de aquello en lo que se han comprometido. Comencemos por mi representado.

Precedido por su fama y de haber sido un depravado, no hubiera reparado en seducir a cándidas jovencitas y pacíficas esposas, más al contrario y según él mismo dice "...buscando mayor espacio para mis hazañas, dí sobre ITALIA, porque allí tiene el placer un palacio...". Una vez allí, asegura puso un cartel con esta leyenda: "Aquí esta DON JUAN TENORIO para quién quiera algo de él". Parece ser que a este reclamo acudieron "las romanas caprichosas de costumbres licenciosas", por lo que poco hay que reprocharle a DON JUAN, ya que su anuncio era claro, y aquellas que respondieron al mismo conocían perfectamente la intencionalidad y encontraron justamente lo que buscaban, sin poderse llamar a engaño, pues eran ellas profesionales del amor.

Pasando al tema de los lances, hay que reconocer a su favor que tampoco se embozó en una capa y en una esquina cualquiera dio estocadas a diestro y siniestro, lo que hizo una vez en Italia, donde por entonces estaba el EMPERADOR, fue unirse a las tropas y como él mismo manifiesta "clásica tierra y en ella el Emperador, con ella y con Francia en Guerra, díjeme: ¿donde mejor?".

Si bien la participación en una guerra nunca es plausible, considerando que en aquella época, España era belicista al máximo, no pudo encontrar TENORIO mejor campo para sus desafios, que el campo de batalla, y así de cara a la apuesta, presentar como víctimas los que en realidad habían sido adversarios de combate.

Por contra, y haciendo honor a su manera de ser, MEJÍA, según él mismo dice, orientó así sus pasos "Me uní a unos bandoleros con suerte colosal, y entramos a saco en Gante al Palacio Episcopal. Todo cayó en poder nuestro; más mi capitán avaro puso mi parte en secuestro, reñimos y le crucé sin reparo. Juròme al punto la gente capitán y juréles yo amistad franca; pero a la noche siguiente huí y les dejé sin blanca. Pasé a Alemania más un Provincial jerónimo me reconoció y me delató en un anónimo. Compré el papel y al fraile le envié certero una bala envuelto en él".

Estos fueron los desafíos de DON LUIS, robos traiciones y asesinatos, y en cuanto a los amoríos, haciendo honor a su fanfarronería, dice puso este cartel: "Aquí hay un Don Luis que vale lo menos dos"., y al poco tiempo comentaba "esto escribí, y en medio año, no hubo escándalo ni daño donde no me hallara yo".

Creo que el proceder de cada uno de estos personajes ha quedado claro y que cualquier observador se decantaría, al igual que hago yo, a favor de DON JUAN.

No contento con todo lo anterior, DON LUIS propone a DON JUAN una SEGUNDA APUESTA, seducir a una NOVICIA que esté para profesar.

La novicia no era una joven cualquiera, si no que formaba parte del círculo social de TENORIO, porque como es sabido los padres de ambos y sin tener para nada en cuenta sus sentimientos, habían pactado su matrimonio por ser en opinión de DON GONZALO "enlace de gran ventaja", pero los jóvenes, ajenos a la materialidad, se enamoraron sinceramente. Me permito llamar la atención sobre que este enamoramiento fue anterior a la segunda apuesta, pues cuando DON JUAN aparece en escena antes de la llegada de DON LUIS, lo hace escribiendo una carta a DOÑA INES, como consecuencia de que cuando vuelve a Sevilla se entera de que DON GONZALO, padre de INES, y su propio padre DON DIEGO, en vista de la vida licenciosa que se le achaca, deciden, también si contar con los interesados, romper el compromiso, y como DON JUAN no está conforme con ello, pues quiere a DOÑA INES, en su escrito le propone fugarse del Convento donde la familia le ha recluido para mantenerle lejos de él. Harto difícil era la escapada, ya que prácticamente estaba secuestrada y destinada ya de antemano a profesar, según se desprende cuando la abadesa dice: "¿Conque me habéis entendido?, la voluntad decisiva de vuestro padre es que esteis atada con votos para siempre, y no os volveréis a mirar lo que tras vos dejareis...".

Lo que INES dejaba tras de sí era algo de muy difícil renunciamiento, como lo demuestra cuando dice: "No sé; desque que le vi, Brígida mía, y su nombre me dijiste, tengo a ese hombre siempre delante de mí ... No sé que fascinación en mis sentidos ejerce, que siempre hacia él me tuerce la mente y el corazón".

Conviene destacar la buena predisposición de DOÑA INES hacia DON JUAN, para considerar su marcha del Convento no como un rapto como siempre nos lo han presentado, pues ella misma dice: "...en profesando es preciso renunciar a cuanto amé...", y como no estaba dispuesta ello, ve con buenos ojos abandonar el Convento, para lo que necesita la complicidad de alguien y ¿que mejor cómplice que TENORIO cuando le dice?: "... Si odias esa clausura, que ser tu sepulcro debe, manda, que a todo se atreve por tu hermosura, Don Juan". O sea, que era algo que habían urdido entre los dos y cuya acción estaba concertada con anterioridad a que DON LUIS propusiera su apuesta de: "Solo una os falta en justicia, una novicia que esté para profesar". DON JUAN acepta contrariado, aunque convencido de que era apuesta ganada, pues era algo que ya tenía proyectado, solo que desde un punto de vista romántico y no de malignidad como MEJÍA daba al hecho, y de ahí que queriendo pagarle con la misma moneda conteste: "...Pues yo os complaceré doblemente, porque os digo que a la novicia uniré la dama de algún amigo que para casarse esté". O sea, que mi defendido, y siempre sin perder de vista las costumbres de la época, aceptó el reto, pero una vez más abocado a tal proceder por las constantes incitaciones de DON LUIS.

A MEJÍA el cariz de los acontecimientos no le gustaba, más por su amor propio que por DOÑA ANA, ya que cuando habla de ella lo hace en términos poco cariñosos: "Mi hacienda llevo perdida tres veces. más se me antoja reponerla, y me convida mi boda prometida con DOÑA ANA DE PANTOJA...Mujer muy rica me dan y mañana hay que cumplir los tratos que hechos están...". Y en otra ocasión refiriéndose a la misma comenta: "... más yo fío en las mujeres mucho menos que en DON JUAN". Queda claro que solo le guiaba hacia a ANA su posición, dado que su padre DON GIL DE PANTOJA era persona importante, y no le dolía dudar de la honradez de la hija.

Quiero, como argumento a favor de DON JUAN, iluminar la figura de DON GIL DE PANTOJA, a quién el autor no le da ninguna representatividad dentro de la obra y es chocante en comparación con la mucha que se le asigna a DON GONZALO, cuando ambos tienen en juego intereses parecidos,el honor de sus hijas, lo que da a entender que DON JUAN, aunque lo tenía todo preparado, no llegó a entrar en la casa, y si lo hizo fue de forma simbólica, dicho de otro modo,no usurpó el puesto
de DON LUIS en el lecho de DOÑA ANA, pues si utilizamos la lógica, no pudo estar a las diez haciendo el amor con ella, y a las doce en su quinta que estaba al otro lado del río y hasta donde había que llegar en barca, ya que poco tiempo son dos horas para tanto quehacer. No debemos dejarnos envolver por la maledicencia de DON LUIS menospreciando a DOÑA ANA, ya que si bien accedió al ruego de abrir su puerta, ello no implica el tener que mantener una relación carnal el día anterior a su boda, y por derivación no hemos de suponer lo hiciera DON JUAN, por lo que salvemos el honor de DOÑA ANA, y digamos que solo el orgullo de DON LUIS quedó en entredicho como él mismo reconoce cuando le dice a DON JUAN: "Me habéis maniatado, y habéis la casa asaltado, mas con lo que habéis osado imposible la habéis dejado para vos y para mí".

Con todo lo anteriormente expuesto queda clara la actuación de mi defendido en la SEGUNDA APUESTA. Resumiendo:
  • Que a DOÑA INES no la raptó como se ha venido diciendo, si no que de mutuo acuerdo le ayudó a vencer los obstáculos que existían para poder salir de un convento que por su construcción era lo mas parecido a una cárcel, para una vez fuera contraer matrimonio que era el deseo de ambos.
  • Que DOÑA ANA no fue violentada en ningún momento por DON JUAN, y por lo tanto es abusivo responsabilizarle de algo que no hay seguridad hiciera.
Pasaré ahora, y siempre guiada por mi empeño de defender a DON JUAN, de cual fue su relación con DON DIEGO y DON GONZALO:

DON DIEGO era hombre acostumbrado a mandar y a decidir cómo los demás tenían que hacer las cosas, y esta forma de ser tan dictatorial, chocó con el espíritu liberal de su hijo y de ahí sus desavenencias. Conviene no pasar por alto que DON DIEGO cuando no co nseguía imponer su criterio invocaba a Dios para que impartiera Justicia, o mejor dicho su justicia, y por eso dice: "... porque recelo que hay algún rayo en el cielo preparado a aniquilarte..." y "...no te olvides de que hay un Dios justiciero".

Era DON DIEGO persona sin capacidad de perdón ni tan siquiera para su hijo, pues es excesivo querer perpetuar sus deslices erigiendo un monumento a los mismos según dice el escultor: "Dejó entera su hacienda al que la empleara en un panteón que asombrara a la gente venidera.Mas con condición que dijo que se enterraran en el los que a la mano cruel sucumbieron de su hijo...", y sin embargo a DON JUAN , que por lógica y según él mismo decía: "Pienso a que donde vino a nacer justo es que venga a morir", no le había reservado un trozo de tierra donde poder descansar y sí instrucciones al escultor en el sentido de: "...solo a él le está prohibida en este panteón la entrada".

Creo que poco mas hay que decir sobre DON DIEGO TENORIO, pues sus actos le delatan, y ello beneficia la causa de mi defendido, ya que hacen mas livianos los cargos de falta de respeto que le han imputado tener hacia su progenitor.

Ahora pasemos a la figura de DON GONZALO, gran detractor de TENORIO, hombre poderoso, COMENDADOR DE LA ORDEN DE CALATRAVA, acostumbrado a imponerse incluso en los conventos, decide casar a DOÑA INES con DON JUAN por considerarlo buen partido, y luego piensa lo contrario olvidándose por completo de los sentimientos de su hija, como lo demuestra cuando dice: "...primero muerta que esposa suya la quiero...y adiós, Don Juan desde hoy no penséis en Doña Inés, porque antes de de consentir en que se case con vos el sepulcro ¡juro a Dios!, por mi mano la he de abrir".

Hombre religioso este DON GONZALO, siempre invocando a Dios pero insensible hacia DON JUAN, quién impulsado por el amor que siente por DOÑA INES, una y otra vez, venciendo su orgullo se hinca de rodillas ante él sin el menor resultado pese a lo dramático de sus argumentos recogidos en el verso que comienza diciendo: "Comendador, yo idolatro a DOÑA INES...", y que pertenece a la primera parte del libro, acto cuarto, escena novena, que conviene releer, pues pocas veces un hombre dijo cosas tan bellas de una mujer, estando dispuesto a sacrificar tanto por su amor, pero DON GONZALO sigue impasible y solo se le ocurre contestar: "...¡Nunca, nunca!. ¿Tú esposo?. Primero la mataré". Actitud llena de soberbia la del COMENDADOR. Soberbia de la que ni aún después de muerto se desprende, ya que cuando como estatua acude a la invitación de DON JUAN, sigue creyendo estar en plano superior cuando dice: "Dios asistir me permite. Y heme que vengo en su nombre a enseñarte la verdad...". En fin que en vida habla en nombre de su hija y muerto en el del mismo Dios, y hago hincapié en este proceder que creo es atenuante para mi defendido, ya que personaje de estas características le hubiera hecho perder los nervios al más templado, y en parte justifica su desgraciado final.

Por último me ocuparé de la protagonista máxima de la historia, DOÑA INES.

Cierto es que era casi una niña y que parte de los pocos años de su vida los pasó en un convento y que por ello carecía de experiencia, lo que despertó el interés de DON JUAN, acostumbrado a ambientes libertinos, lo que inspiraron sus cartas y escenas de amor tan maravillosas, llenas de ternura, respeto y no aludiendo jamás al sexo, pero aún así, como la naturaleza manda, INES responde como mujer cuando dice: "¿Y qué he de hacer, ¡hay de mí!, sino caer en vuestros brazos ... No Don Juan, en poder mío resistirse no está ya, ...ámame, porque te adoro".

Si mi defendido hubiese sido la persona depravada que nos han pintado, esta debilidad de INES la habría aprovechado, mas al contrario, como no quería explotar estos sentimientos, surgidos por el encanto del primer amor respondiédole en estos términos: "...No, el amor que hoy se atesora en mi corazón mortal, no es amor terrenal...". Esta reacción de DON JUAN es lo suficientemente expresiva para darnos idea de que es lo que sentía por ella, por lo que he de poner de manifiesto que es falso todo lo dicho hasta ahora de que él abusó de su inocencia.

Termino la exposición de mi defensa, y espero haber conseguido llevar al ánimo de los seguidores de la obra de ZORRILLA, que tanto en esta trama literaria, como en la vida real, las apariencias no pocas veces engañan, por lo que hay que conocer en profundidad el por qué de las cosas para poderse decantar a favor o en contra de u na determinada causa, y aún así, difícilmente acertaremos.

Quisiera terminar pidiendo, no ya la absolución total para TENORIO, ya que como cualquiera de nosotros no es del todo inocente, pero sí que de ahora en adelante pensemos en él con la misma benevolencia que nos gustaría se emplease para nuestros propios errores.

Concluyo diciendo,que confío en que DON JUAN en el más allá haya sido también perdonado por ese Dios al que clama al final de la obra:

"... El Dios de la clemencia, el Dios de
DON JUAN TENORIO".
ASUNCIÓN DIAZ DIAZ

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